ANA ARMESTO, Presidenta de FEDECOB-Federación de Práctica y Derecho Colaborativo
Abogada-economista, mediadora, coach y consultora experta en Gobierno Corporativo y Negociación Estructurada Colaborativa. En su dilatada carrera profesional como abogada y directiva viene asesorando y acompañando a las empresas en la facilitación y gestación de acuerdos y contratos para nuevos proyectos y en la prevención y gestión de conflictos.
¿Cómo estás viviendo la situación actual?
El mundo se ha parado de forma súbita, inesperada, brusca, y, una vez superado el primer shock provocado por la “inercia de frenada”, nos hemos encontrado frente a una situación completamente imprevista y desconocida que cuestiona modelos, reglas, pautas y certezas que hasta este momento asumíamos como incontestables o prácticamente imposibles de cambiar.
Lo que antes parecía inverosímil, se ha convertido en una realidad. Aspectos que antes podían debatirse a nivel puramente teórico, ahora se han materializado, cuestionando directamente paradigmas que antes se consideraban inapelables, incontrovertibles y, en todo caso, irrenunciables.
Este cambio repentino de escenario está generando una urgente y profunda reflexión, forzada y favorecida por el confinamiento, que nos ha hecho repensar prioridades y valores tanto personales como colectivos.
Personalmente, este periodo de paralización de actividad y de confinamiento, me ha permitido liberar tiempo de calidad para pensar y poner claridad en los pasos a dar. Y debo reconocer que dentro del desastre, mis sensaciones son de esperanza y positivismo, convencida de que como sociedad saldremos reforzadas.
Desde la perspectiva empresarial, las graves consecuencias económicas derivadas de esta crisis socio-sanitaria piden cambios urgentes e inaplazables en nuestros modelos de funcionamiento y de relación en las empresas y negocios.
Esta paralización de la actividad económica obstaculizado la continuación de las operaciones y proyectos, ha dificultado de forma grave, e incluso impedido, el cumplimiento de contratos en los términos acordados y en las condiciones bajo las que se habían establecido.
Saber gestionar la incertidumbre es un reto, ¿cómo se afronta el día a día?
Llevamos décadas teorizando sobre entornos VUCA, entornos líquidos…, hablando de incertidumbre, y, ahora que (de forma abrupta, repentina y absolutamente disruptiva) nos hemos encontrado (en primera línea y en primera persona) de frente con la mayor de las incertidumbres, nos ha pillado desprevenidos y estamos aprendiendo (esta vez en serio) a gestionarla.
Esta incertidumbre con mayúsculas ha llegado (como se está repitiendo hasta la saciedad) para quedarse y tendremos que acostumbrarnos a convivir de verdad con ella, aceptándola e integrándola, y manteniendo una relación lo más equilibrada posible con la falta de certezas.
Mi recomendación es asumir los debates inaplazables y atreverse a generar conversaciones asertivas en los diferentes entornos personales y profesionales en los que nos movemos, admitiendo que la comunicación transparente es la clave para afrontar cualquier incertidumbre y abordar las adaptaciones y cambios imprescindibles y urgentes.
En suma, la mejor gestión de la incertidumbre es profundizar en el empoderamiento y la asunción de la responsabilidad personal.
Este momento deja algunos elementos positivos, ¿cuáles crees que son?
Sin duda han surgido muchos elementos positivos. En situaciones extremas como las vividas se manifiesta y potencia la solidaridad y también crece la sensación de interconexión e interdependencia, y la percepción de que necesitamos una sociedad civil organizada y consciente para abordar la solución de los problemas que nos afectan a todos. Que no existen soluciones individuales.
La paralización de la actividad y el confinamiento nos han regalado un tiempo para la reflexión sobre las verdaderas prioridades y valores, abriéndose la posibilidad de cambios significativos y necesarios que llevábamos muncho tiempo posponiendo.
Se ha puesto también de manifiesto un alto grado de responsabilidad personal en la ciudadanía sin el que habría sido imposible mantener el confinamiento generalizado.
En lo profesional y en lo personal ¿cuáles están siendo tus aprendizajes? Alguna reflexión en voz alta.
Que el empeño por mantenernos en nuestra “zona de costumbre” (mal llamada zona de confort) no solo no nos aporta tal supuesto confort, sino que se convierte en un lastre que nos limita de forma significativa la necesaria adaptación a las circunstancias cambiantes. Que prolongar por inercia “modus operandi” y modelos agotados resulta contraproducente.
Es el momento de abordar las reformas necesarias aplazadas. De implementar los cambios sobre los que llevamos tanto tiempo debatiendo a nivel teórico y postergando sin encontrar nunca el momento “apropiado” para su implantación.
La sacudida que ha trastocado absolutamente nuestras vidas los últimos meses, tanto en lo personal como en lo económico y profesional, ha puesto de manifiesto que es posible poner en práctica aquellas transformaciones (incluso las más profundas) que se presentan como necesarias. Y que, probablemente, esta sea la mejor oportunidad para hacerlo, aprovechando esta crisis.
Nuestra sociedad va a crecer en conciencia ¿aumentará la responsabilidad social, seremos más sostenibles?
Estoy convencida de que sí. La experiencia vivida ha subvertido muchos de nuestros viejos paradigmas y hemos experimentado nuevas pautas de comportamiento que dejan huella. Hemos revisado patrones, valores y prioridades.
Hemos comprobado los efectos nocivos de determinadas políticas erróneas. Hemos percibido las importantes deficiencias del sistema en el ámbito de los cuidados. Hemos constatado los efectos de determinadas actuaciones medioambientales y cómo es posible la recuperación del medio físico con las políticas adecuadas.
Hemos dado un salto de gigante (cuantitativo y cualitativo) en el uso de las tecnologías de comunicación y descubierto las posibilidades reales que ofrecen en la organización del trabajo.
Hemos tomado una mayor consciencia de las bases de la sostenibilidad. Y ya no podemos obviarlo o ignorarlo. No hay vuelta atrás. Hemos madurado como sociedad.
¿Qué nuevas oportunidades se van a generar tras esta pandemia en tu sector?
Siempre he defendido una práctica de la abogacía basada en la negociación y el acuerdo que evite el litigio ante los tribunales. Y en la actual situación no puedo más que reafirmarme en este planteamiento, ya que es la única solución realmente viable y razonable.
El incumplimiento, e incluso ruptura de contratos, casi generalizado provocado por la paralización de actividades apunta a un eventual escenario de reclamaciones también generalizadas que resulta imposible gestionar bajo el paradigma clásico de litigios ante los tribunales de justicia. Un sistema judicial, ya históricamente sobresaturado, que puede llegar a colapsar ante esta previsible avalancha de demandas y que, en el mejor de los casos, ofrecerá una solución (sentencia) tan dilatada en el tiempo que, en la práctica, resulta incompatible con los ritmos de la empresa y los negocios.
Si hay un momento en el que la negociación para la búsqueda del acuerdo se convierte en imprescindible es este. No nos queda otra que apostar clara y decididamente por la negociación estructurada colaborativa para la resolución de conflictos y novación de acuerdos. Prepararnos convenientemente para abrir conversaciones estructuradas y colaborativas que nos permitan encontrar los acuerdos adaptados al contexto y que satisfagan los intereses y necesidades reales de todas las partes afectadas. Asumir en primera persona (con el asesoramiento y acompañamiento adecuados) la gestión de las controversias y conflictos que nos afectan, y no delegar la toma de decisiones en terceras personas.
La abogacía, las empresas y quienes las dirigen, y la sociedad en general estamos ante la oportunidad y el reto de asumir otras formas diferentes de establecer acuerdos y compromisos, que (frente a los contratos supuestamente blindados) solo serán verdaderamente sostenibles en la medida en que prevean mecanismos (debatidos en profundidad y consensuados por las partes) capaces de adaptarse a las circunstancias y realidades cambiantes.
¿Qué retos vas a tener por delante a partir de ahora como mujer directiva?
Tenemos la oportunidad de ser las abanderadas de este cambio de paradigma tanto en la sociedad como en las organizaciones y empresas, coadyuvando a generar los debates y conversaciones apropiadas para avanzar en los nuevos modelos de organización del trabajo de forma consensuada, adecuándose a las necesidades de quienes conforman dichas entidades.
Y, desde una mirada diferente, ser activas en la revisión y adaptación de los sistemas y contribuir de forma decisiva a la transformación de las relaciones internas y externas en las organizaciones y a la mejora del gobierno corporativo.