Hace ya algún tiempo, de la mano del grupo NER, tuve la oportunidad de conocer a Corporate Rebels, un grupo holandés de personas que dejaron sus respectivos trabajos convencionales y anodinos, para viajar por el mundo y conocer otras formas de organizarse en las empresas para luego contarlo (yo de mayor quiero ser como ellos).
El grupo de Koldo Saratxaga les había traído para que conocieran de primera mano diferentes empresas de Euskadi, las propias de su grupo con una transformación disruptiva en la gestión apasionante, y las del mundo cooperativo. En la presentación a la que acudí, este grupo holandés, con aspecto de millennial modernos, comentaron que no habían visto en ninguna otra parte del mundo, occidental imagino, una concentración tan alta de empresas basadas en la autogestión de sus trabajadoras y trabajadores.
Lo cierto es que las empresas para lograr su supervivencia y el bienestar de las personas que la componen siempre han buscado encontrar la mejor forma de gestionarse. Algunos empresarios del siglo pasado, en tiempos de escasez de mano de obra, pusieron en marcha innovaciones en la gestión que en su día serían tan novedosas como trabajar hoy en Silicon Valley: economatos, escuelas, viviendas para empleados, instalaciones deportivas, centros de salud…
Yo diría que en Euskadi, la mayoría de empresarias y empresarios, cooperativistas o no, trabajamos «a la vasca», de forma honesta y honrada, implicándonos en la gestión del día a día a tope, codo con codo con nuestros equipos, arriesgando nuestro patrimonio, y siendo previsores para cuando vienen mal dadas (y después de la última crisis aún más). Creo de verdad en estos valores que llevan a que nos comparemos más con las regiones del norte de Europa, sin caer en la autocomplacencia, tan poco beneficiosa para innovar y mejorar.
Entre nuestras peculiaridades está el enorme número de cooperativas que tenemos (un Padre Arizmendiarreta es irrepetible en otros lares), como bien observaron los Rebeldes Corporativos. Pues bien, recientemente, en una prospección realizada por el Observatorio de la Asociación que presido, AED, nos salía un dato llamativo: en Bizkaia el número de miembros de cooperativas ha pasado de 6.706 en el 2015 a 9.269 en el 2017. Pero lo que más nos ha llamado la atención es que este crecimiento ha venido principalmente de la mano de mujeres. SI en el 2015 teníamos en Bizkaia a 2.276 mujeres en la economía social, dos años después el número alcanza prácticamente el doble: 4.332*. ¿Nos movemos mejor las mujeres en el ámbito cooperativo?, ¿preferimos esta modalidad de organización a trabajar por cuenta ajena?, ¿los años duros han influido en nosotras? ¿en qué sectores de la economía social estamos?, ¿existe techo de cristal en las cooperativas?... En los próximos meses contactaremos con las entidades y organizaciones que trabajan en este ámbito para conocer las razones de este dato tan sorprendente.
- Artículo de Carolina Pérez Toledo, Presidenta de AED, publicado en El Correo